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miércoles, 4 de septiembre de 2013

La PAREJA INTERNA: autoconocimiento y sanación con ESENCIAS DE AFRODITA



“La luz y la tiniebla, la vida y la muerte, los de la derecha y los de la izquierda son hermanos entre sí; no es posible que se separen (unos de otros). Por tanto, ni los buenos son buenos ni los malos malos, ni la vida es vida, ni la muerte muerte.“
Evangelio de Felipe. Evangelios, hechos, cartas. Biblioteca de Nag Hammadi... II. Pags. 25-26

Uno de los siete Principios Universales, de los que nos habla El Kybalion, es la Ley de Género. La verdad básica de esta ley es que el género está en todo; todo tiene sus principios masculino y femenino; el género se manifiesta en todos los planos, por lo tanto, la energía masculina y la energía femenina siempre están presentes y operando en todos los ámbitos: físico, mental, emocional y espiritual.
Todo, en consecuencia, tiene un género: activo y masculino o receptivo y femenino. También nos revela esta ley que todo cuanto existe: mineral, vegetal, animal, persona..., además de pertenecer por nacimiento al género masculino o femenino, tiene dentro de sí la energía correspondiente al género opuesto, porque todos los seres cuentan en sus genes con ambos tipos de energía, la muestren y desarrollen o no. El conocido símbolo del Tao en el que, dentro de un círculo, hay dos partes de diferente color unidas entre sí y conteniendo cada una un pequeño punto del color de la otra, es una buena imagen para recordar y comprender este principio.
Las mujeres y los hombres no somos una excepción a esta regla, estamos constituidos por y llevamos en nuestro interior tanto cualidades receptivas (término más adecuado y correcto que femeninas), con atributos activos (más específico que masculino). Esta polaridad corresponde a los aspectos biológicos, psicológicos, emocionales, espirituales..., ya que todas las personas contamos en nuestra herencia genética con una mitad de cromosomas recibida de nuestra madre (femenina/receptiva) y otra mitad recibida de nuestro padre (masculina/activa). De manera que cada uno, independientemente de su sexo biológico y de sus gustos o tendencias sexuales, lleva en su interior una parte de mujer y otra parte de hombre, siendo ambas necesarias para su desarrollo y desenvolvimiento en la vida, porque de lo contrario no las tendría. La Naturaleza no es caprichosa ni estúpida, sabe lo que hace, somos nosotros quienes, con una perspectiva muy estrecha, no sabemos entenderla ni vivir en consonancia con ella.
La diferencia entre la energía receptiva y la energía activa es tan sólo de grado o de predominio, porque las dos ejercen sus funciones y su influencia en todas las personas, seamos o no conscientes de ello y tanto si desarrollamos ambas a voluntad como si nos inclinamos hacia la correspondiente a nuestro sexo biológico Podemos decir entonces que la mujer es femenino-masculina con predominio femenino y el varón es masculino-femenino con predominio masculino. Ambos tipos de impulso son complementarios, cada uno tiene y se inclina hacia sus propias características, atributos, posibilidades..., necesitando reconocer y trabajar las opuestas, que en realidad son las mismas contempladas desde una perspectiva diferente y empleadas de otra manera. Esto es necesario para conseguir una personalidad completa, plena y equilibrada, que permita cumplir adecuadamente las tareas y objetivos que a lo largo de la vida nos toque realizar.
El lado femenino, tanto en la mujer como en el varón, está unido con la experiencia del sí mismo natural. Estar en contacto con el sí mismo natural es estar aposentado en el propio centro, en conexión con el núcleo esencial de nuestro ser, sintiéndonos colmados y en equilibrio, ni por debajo ni por encima de nadie. Experimentarlo y sentirlo vivamente es un signo de que somos conscientes de nuestra propia identidad, algo que nos permitirá reconocer y valorar nuestra importancia y nuestra dignidad esenciales. Saber y tener presente que cada persona, mujer u hombre, nunca podrá ser otra cosa que lo que es en esencia, que nunca perderá su sí mismo ni será separado de él, ya que es indestructible y no puede ser disuelto ni cambiado por nada, nos capacita y nos da fuerza para permanecer en todas las condiciones de nuestra vida, cualesquiera que sean.
En lo femenino y receptivo también está la semilla del movimiento y del cambio continuo, individual y colectivo, porque esta energía contiene cuatro aspectos esenciales e imprescindibles para la Vida: formación, preservación, alimentación y transformación.
Carl Jung decía que todos tenemos en nuestro inconsciente una pareja interior, es decir, una imagen opuesta de nosotros mismos, con cualidades y defectos que no podemos manejar conscientemente.
Nosotros somos el recipiente o cáliz de estas dos polaridades y una de nuestras tareas es encontrar el equilibrio entre ellas y realizar dicha unión. Estamos buscando en el exterior nuestra pareja ideal y en ella proyectamos el conjunto de ideales que poseemos en el interior. Cuando descubrimos que la realidad no se corresponde con la "matriz" masculina o femenina, entonces sobreviene el desengaño.
En últimas instancia, como dice Eckhart Tolle, “en el amor no existe otra persona, siempre estás al encuentro de ti mismo”.
Astrológicamente, la casa 7 es donde experimentamos las relaciones en una base de uno a uno. Es la "búsqueda del yo en los ojos del otro" y esta casa actúa como un espejo, rastreando en la vida para recoger las imágenes reflejadas que pueden reforzar un sentido de totalidad y existencia.
La 7ª casa también es vista como la Casa de los Enemigos. Todo lo que no nos gusta de nosotros mismos tiende a ser negado y proyectado a los demás, así esto les llega del lado oscuro de nosotros mismos y lo reconocemos en otros pero no en nosotros mismos. Esto pasa con la pareja de matrimonio pero también se proyectará en cualquier persona. Aunque, uno encuentra la personalidad que puede estar en una alerta constante para alguien que debe completar los aspectos negativos de sí mismo o aquellas partes que niega.
La naturaleza angular de esta casa es tal que el "ideal" de la relación es un concepto personalizado no uno abstracto. Uno busca la relación ideal y aún más la relación ideal con el yo interno proyectándolo en la otra persona.
Si nos adentramos en los arquetipos del Tarot , tres cartas se vinculan con la construcción de la Pareja Interna:
Los Enamorados:
En este Arcano el proceso creador ya ha sucedido. El yo ha nacido, debe ahora como todo HÉROE decidir (elegir) pues por el solo hecho de estar vivo se ve constantemente entre opciones debiendo optar.
Es el arquetipo que nos habla de la diversidad de la existencia con sus contrastes y antítesis, sus acuerdos y conflictos, sus tentaciones y dudas presionado en todo y a todos a reconocer estas fuerzas encontradas y encontrar la propia acción.
Esta es la instancia de la "Revisión, análisis y síntesis", para superar las pruebas. Elección es su palabra clave y sus contrarias: duda, incertidumbre, indecisión, cavilaciones sin sentido, superficialidad y contradicción también están acá representadas.
A este Arcano se le relaciona con el amor (por el cupido superior, por el nombre y por la figura y también por su relación con el número 6, símbolo del hogar, la familia y la unión de los antagónicos) Esta asociación es correcta en tanto y en cuento entandamos que la primera unión (o Amor) es hacia uno mismo, la integración interna entre nuestros aspectos contradictorios (pasión, conciencia, emoción, razón, intuición…) Es pues la instancia donde sentir, pensar y hacer, se vuelven una unidad. Se refiere entonces a la “autoestima”, al propio valor y reconocimiento del mismo y en segunda instancia a la unión con otro, (pareja)
La Emperatriz: Este arcano se vincula a la fertilidad, la naturaleza, la maternidad y también la sensualidad. El arquetipo de la madre. Representa la ternura, la capacidad de criar, del afecto concreto. Vinculada a la comunicación y los procesos creativos. Es la representación de la pareja femenina; esta carta también alude al bienestar material, buenas relaciones de pareja, estabilidad y reconocimiento.
El Emperador:
Representa estructura, orden y regulación - fuerzas que balancean la abundancia pródiga y de libre flujo de la Emperatriz. El evoca un mundo de cuatro cuadrados donde los trenes llegan a tiempo, los juegos son hechos bajo sus reglas, y los oficiales comandantes son respetados.
Es el principio de autoridad, de poder.


 El camino de autoconocimiento e integración de las polaridades con ESENCIAS DE AFRODITA, propone el bouquet MATRIMONIO SAGRADO para el equilibrio de las fuerzas internas femeninas y masculinas y la construcción de una PAREJA INTERNA que se materializará luego en todos los planos de la realidad, como equilibrio, orden, amor y abundancia.

Nadie puede darnos nada, todo lo que necesitamos ya se haya en nosotros y debemos proveérnoslo nosotros mimos, comenzando por el AMOR INCONDICIONAL.

 (...)

 

 

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