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jueves, 26 de septiembre de 2013

NADA ETERNA O AFIRMACIÓN DEL INSTANTE.


Afirmar el instante es valorizar la vida frente a y contra todo platonismo despreciador de ella; afirmar el instante es amar la vida, esta vida terrena eternamente deviniente y retornante por su ser. Bajo la forma del instante es la vida, ser del ente en tanto voluntad de poderío y eterno retorno estructurados en lo mismo, que se manifiesta y presencializa en cada uno de nosotros, exigiendo en todo momento una toma de posición personal respecto de ella: o la actitud de desprecio y rechazo de su modo de ser propio que es su eterno retornar tal como fue -actitud motivada por el pensamiento nihilista del todo en vano-; o bien la aceptación y aprecio de esa su mismidad, de re-quererla tal como es y será, de confirmarla, asentirla, asumirla, amarla. Por ello el instante, a través del cual la vida se revela y revelará siempre, es lo que debe ser afirmado y asumido, o sea, incorporado a nuestro ser, que es la vida misma tal como se ha dado en cada uno con su nota esencial de la eternidad.
Esta actitud frente a la vida, a la vida del instante, transforma nuestra propia existencia en su raíz ontológica. Ya no somos trasmundanos, nihilistas decadentes negadores de la verdadera realidad vital, sino, por el contrario, reveladores y afirmadores de la vida como ser, como esencia y presencia de y en los entes en su totalidad; forjadores del nihilismo extático, creador y sostenedor de un mundo de valores trasvaluados, en permanente movilidad y cambio, y de un hombre libre que ha reasumido sus propiedades y grandezas.
Esta suerte de modelización vital es la fundamental para la compresión, llamémosle existencial, del eterno retorno de lo mismo, en quien lo decisivo reside, más que en la reflexión no contradictoria, en su asimilación y vivencia como pensamiento y temple anímico íntimo, para, en función de él, alcanzar una transformación personal.


Gracias Lau!!!

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