"Mi madre solía decir que el amor nunca se malgasta, aunque no te lo devuelvan en la misma medida que mereces o deseas.
- Déjalo salir a raudales - decía-. Abre tu corazón y no tengas miedo de que te lo rompan. Los corazones rotos se curan. Los corazones protegidos acaban convertidos en piedra."
El lector que abra El café de los corazones rotos esperando encontrar una novela romántica se llevará una pequeña decepción porque, si bien esta historia trata de amor, no se refiere al amor romántico, de pareja, sino al amor por uno mismo y al que desborda por la mirada de quién sabe ver a los demás con cariño y confianza. Hasta la fecha, este es el único libro de Penelope Stokes traducido al castellano y se trata de una novela amable y simpática, de escritura cálida y mensaje sencillo. Lo mejor de su argumento es que casi todos los personajes son personas que han llegado a la madurez y que tienen mucho que ofrecerse unos a otros. Y que Dell, la encantadora protagonista, comprende que lleva tiempo llena de oscuridad, que no escucha a sus amigos, y que debe deshacerse primero de algún lastre nocivo para poder confiar en los demás. El valor de la metáfora es que Dell no se cambia de peinado, pierde peso y se compra un par de vestidos nuevos (como suele pasar con las heroínas tristes de la literatura romántica) sino que decide cambiar desde dentro, buscando el origen de su miedo y su rabia. Esta falta de pretensiones, la ausencia de artificio, es lo que convierte a los personajes y al mismo argumento en una lectura simpática y amena, sin trampas de ninguna clase. Y las recetas de Dell, incluidas en las últimas páginas de la novela, son un toque de color muy dulce.
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