"Un niño en la cuna, si se lo mira atentamente, tiene el infinito en los ojos."
Vincent Van Gogh
Pero... quién se atreve de verdad a mirar a los ojos a otro? Miramos sin ver; estamos tan defendidos de los demás que cuando un día DE VERDAD NOS MIRAMOS, el infinito del otro convoca a nuestro infinito, y desborda todo límite.
Propongo un ejercicio: MIRAR DE VERDAD A LOS OJOS. De los niños, de los ...que nos rodean, de los que amamos, de los animales. TENER LOS OJOS POR VENTANAS Y ASOMARNOS A TRAVÉS DE ELLA. Ahora. Dejemos de leer estas palabras y tomemos un espejo; MIREMOS LOS OJOS CON LOS QUE MIRAMOS, Y VEAMOS EL INFINITO. Miremos luego a alguien, DE VERDAD (esta noche, mañana, cada vez que nos veamos distraídos). Qué sucede? Se animan? Por favor, compartan la experiencia! Y quizás la de alguna mirada que les imprimió la huella digital de esos ojos acariciantes como dedos... (a cualquier edad, en cualquier momento...)
Me quedo aquí, escuchándol@s!! Gracias por compartir...
Virginia Gawel
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