"Escalé la cima de mi montaña y me encontré. Tras largas horas de caminata (o años), me recosté sobre los restos de lo que alguna vez creí que era. Cambié de piel, mas no de sueños. Cerré los ojos, descansé. Aprendí a quedarme quieta, el silencio me cubrió. Inmóvil, esperé. Entendí que a veces no hacer es hacer, dejar que lo que tenga que ser, sea. Es dejarse en paz. Y así, cuando el tiempo correcto llegó, supe qué hacer. Me levanté, volví a nacer. Bajé la montaña, sonreí y seguí..."
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