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domingo, 3 de enero de 2016

Darse cuenta.







No hay nada que sanar. Cuando nos decimos que tenemos que sanar, en el sentido que la mayoria lo decimos, estamos diciendonos que hay algo equivocado o herido en nosotros. Cuando en realidad, la Vida que es una gran metafora, todo el tiempo y a todo nivel nos dice: Integrar. Aceptar.



La sociedad, la familia, que no es mas que el conjunto de algunos y todos nosotros, nos enseña a premiar y castigar, seleccionar y rechazar. Y eso mismo hacemos nosotros con nuestras experiencias, emociones, con las personas y situaciones. Lo hacemos CON NOSOTROS MISMOS.



Ese es el origen unico y real de todo dolor.



Como nos recuerda Jeff Foster, todas las emociones son nuestros niños, nuestros hijos, volviendo a su hogar: nuestro corazón. Allí nacieron, y allí vuelven. Y si nuestro corazón permanece abierto, esta danza de acoger y soltar es el ritmo mismo de la Vida.

Es maravilloso, y podemos aprender a disfrutarlo.



En este momento, aplicado a mi presente, y si vienen leyendo, siento tristeza por alguien que elige distancia. Entonces, pensé que en vez de sentirme mal por sentirme mal, si la tristeza y este dolor son mis hijos, que haría yo como madre? Acogerlos, darles amor, sonreirles, prepararles una rica comida, tomar unos mates con ellos, hablar con ellos, pasar un momento en silencio con ellos, acompañarlos.



:) Que lo apliquen y lo experimenten...

Gaby




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